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UN DÍA DE KAYAK EN SANTIAGO DEL TEIDE, UNA FORMA DIFERENTE DE DESCUBRIR LOS ACANTILADOS DE LOS GIGANTES

Deslizarse en kayak a los pies de los Acantilados de Los Gigantes es una experiencia que impresioa desde el primer momento. Con más de 600 metros de altura, estas paredes volcánicas que se alzan sobre el Atlántico conforman uno de los paisajes más singulares de Tenerife. Y recorrerlos desde el mar en kayak es, sin duda, una de las formas más memorables de vivirlos.

En Santiago del Teide, el mar invita casi todos los días del año. La suavidad del clima y la tranquilidad de estas aguas hacen del kayak una experiencia accesible y agradable, incluso para quienes lo practican por primera vez.

Una aventura en contacto con la naturaleza

El kayak no es solo una actividad para estar en movimiento: es una forma de recorrer la costa desde otro punto de vista. A ras del agua, todo cambia. Se aprecian los matices del paisaje, los reflejos sobre la roca, el sonido del mar sin filtros. Incluso el vuelo de aves o el paso de algún pez cerca de la superficie se sienten más cercanos, más propios.

La mejor manera de vivir esta experiencia es de la mano de empresas locales especializadas, que organizan salidas para todos los niveles y garantizan que el recorrido sea seguro, tranquilo y adaptado a cada persona. Solo hay que dejarse llevar.

Una experiencia para tod@s

El kayak en Santiago del Teide es una actividad que se adapta a las personas, no al revés. Muchas de las empresas locales cuentan con salidas accesibles para quienes tienen algún tipo de discapacidad, haciendo posible que todo el mundo pueda disfrutar del mar desde otro ángulo, con calma y seguridad.

Además, el recorrido no es solo bonito: también está pensado para proteger lo que lo hace especial. Las rutas evitan zonas sensibles, no se accede a cuevas ni espacios de nidificación, y cada salida es una oportunidad para practicar un turismo que cuida del entorno en el que se desarrolla.

Una imagen para recordar

Hacer kayak en Santiago del Teide no es solo remar: es contemplar los acantilados desde otra perspectiva, dejarse llevar por el movimiento del mar y descubrir el litoral en silencio. Una experiencia activa, accesible y profundamente conectada con el paisaje.